Hombres de lunes

PAPÁ:
Vino papá a mi oficina volátil, uno de los bares que ya nombré. Éste es el bar del lavadero de autos. Mi favorito. Barato, barato, revistas por doquier, las chicas que atienden macanudas. Perfecto. Tomamos café. Bah, él agua, yo café, porque el médico le dijo “no más café”. Charlamos.
Charlar con papá es de lo mejor. Cuando no peleamos.
Él es contador. Corrijo: estudió la carrera de contador, también la de administración de empresas. Trabajó muchos años en empresas, pero eso fue –también- hace muchos años.
Hoy me dijo “te voy a pasar lo que escribí sobre cooperativismo, así ves lo que dicen algunos filósofos ingleses que están pensando en el tema”.

Hoy, así, mirando los coches llenos de espuma atrás del vidrio, me di cuenta que en algún extraño momento del pasado, papá se había convertido en intelectual. Qué raro.

DADY:
Nunca lo nombré acá pero así se llama mi jefe. Como verán hoy estoy hiperconfesional. Trabajo con Dady desde los 19 años. Y sí, es raro como los padres se multiplican en mi vida.

PABLOS:
Mi novio se llama Pablo, como muchos de mis amigos.
Hoy a la mañana hablé con mi Pablo-lingüista que vive en el Sur. Problemas académicos, vicisitudes de la vida.
Más tarde, mails con Pablo-ilcapo que está más lejos aun, en la frontera Norte de EEUU, enseñando español. Y la identidad y el cariño y la nostalgia.

Así le robé tiempo hoy al laburo, aparentemente edipizada, entre los dos dadys y los tres pablos. Prohibido analizar psicoanalíticamente este post.