Caminamos y casi corrimos por momentos. La gente era mucha. Nuestro objetivo: estar ahí y llegar a la plaza. Casi imposible, la gente estaba tan tan pegada que había ríos que iban en lado opuesto y te arrastraban, unos hacia Diagonal Sur, otros hacia Avenida de Mayo.
En este trajín del oleaje una cabellera plateada y ohhh ¡papá, qué suerte que te encontré!. Vamos, vamos que llegamos a la plaza. "No, no, me quedó, acá, por el tumulto y por la presión".
Dijo así y se señaló el pecho. Yo pensé, entonces, que no era la presión sino el corazón. El corazón que tiene mil agujeritos y tantos muertos y que no podía volver a mirar algunas cosas.
Mamá, que lo tiene igual pero más morrudo mandaba mensajes de texto sin parar "no vas a poder llegar, hay demasiada gente". Saber que mi hermana estaba del otro lado "con alguien de Agronomía". Laura, otro mensaje: te esperamos en la primer palmera de la izquierda.
Y seguimos caminando, viendo a amigos, a conocidos. Por momentos detenerse y mirar hacia arriba, en UTPBA, los rostros de los escritores y periodistas. Cada uno tiene sus amigos invisibles y ahí estaban algunos de los míos. Recordar otros pasos por el mismo lugar y pensar en mis propios años, el cumple que se acerca, mis alumnos los que no iban a ir ni les importa ni nada, el tachero que me había dado el sermón de la montaña y una postal con secreto incluido que diría algo así como:
me gusta hablar de la PAZ y el DIALOGO
pero en mi fondo fondo fondo hay un solo cartel y se lee en brillantes colores
PA RE DON
ni olvido
ni perdón...
¡Nada a interpretar ni a significar, pero mucho a experimentar!. Deleuze / Guattari "Rizoma"
sábado, marzo 25, 2006
jueves, marzo 23, 2006
Tanto decir que no y no a locutorios y máquinas prestadas, éste se convirtió en el vicio del momento. Van ocho ciber en esta semana, lo cual da, como verán, más de uno por día.
Estas visitaas me están trayedo un aire de viajera inesperado, será un recuerdo menemista, como reflujo, tomándome por asalto y trayendo imágenes de Di Caprio cuando era lindo y flaco. La cosa es que trabajar en estos antros me hizo ganar ritmo y bajar mi lista de pendientes de manera drástica.
¿Sería que era mi casa lo que me tenía dispersa?
Y aun más. Como se rompió la impresora en la oficina ya no tengo chance de leer nada impreso y, claro, para leer las colaboraciones de la revista esta imperiosa cuestión del pantallismo aceleró más que nunca mis tiempos.
Estoy contenta.
Estas visitaas me están trayedo un aire de viajera inesperado, será un recuerdo menemista, como reflujo, tomándome por asalto y trayendo imágenes de Di Caprio cuando era lindo y flaco. La cosa es que trabajar en estos antros me hizo ganar ritmo y bajar mi lista de pendientes de manera drástica.
¿Sería que era mi casa lo que me tenía dispersa?
Y aun más. Como se rompió la impresora en la oficina ya no tengo chance de leer nada impreso y, claro, para leer las colaboraciones de la revista esta imperiosa cuestión del pantallismo aceleró más que nunca mis tiempos.
Estoy contenta.
martes, marzo 21, 2006
Sol y trabajo en Buenos Aires
Mi computadora se quemó este verano y este hecho fortuito me transformó en nómade. Mi trabajo se centra básicamente en sentarme frente a computadoras y escribir. De distintos modos, para distinta gente, pero tiene que ver con eso.
Unos días en una oficina, otros días en casa. En casa ya no se puede.
Hoy vine de invitada a la casa-oficina de mi amigo Tavo.
Y en Buenos Aires hay sol, mucho sol, un árbol que asoma por la ventana, música de Cuba en los parlantitos de la compu, un café maravilloso y mi amigo al lado que me recuerda que la suerte es algo realmente misterioso.
Unos días en una oficina, otros días en casa. En casa ya no se puede.
Hoy vine de invitada a la casa-oficina de mi amigo Tavo.
Y en Buenos Aires hay sol, mucho sol, un árbol que asoma por la ventana, música de Cuba en los parlantitos de la compu, un café maravilloso y mi amigo al lado que me recuerda que la suerte es algo realmente misterioso.
viernes, marzo 17, 2006
Trío
¿Se pueden copiar las fantasías?...
Inspiradora postal de PostSecrets para un día de lluvia como hoy.
Feliz fin de semana y que toquen el timbre de tu puerta personajes inesperados...
Para el registro
Tuve pasada relámpago por Montevideo. Viaje en avión martes por la noche y vuelta en buque el miércoles también de noche.
Dormir en un hotel, de esos que no parecen de ningún lugar, levantarse a las seis, trabajar de 8 a 18 y luego volver, con una sensación extraña.
Como si ese día hubiese estado en otra vida, con otras ropas, del pasado o del futuro, en un tiempo en el que llueve constantemente y uno nunca sabe qué comer.
Dormir en un hotel, de esos que no parecen de ningún lugar, levantarse a las seis, trabajar de 8 a 18 y luego volver, con una sensación extraña.
Como si ese día hubiese estado en otra vida, con otras ropas, del pasado o del futuro, en un tiempo en el que llueve constantemente y uno nunca sabe qué comer.
lunes, marzo 13, 2006
viernes, marzo 10, 2006
Hablar o Callarse
¿Cuándo fue que me convertí en la pájara parlanchina que soy?. ¿Fue cuando mis padres me llevaban a cuanto evento social tuvieran y me dejaban ahí "en el medio", "charlando con los grandes"?.
Con mis tres o cuatro añitos escuchando lo que decía mi tío Pupi, los chistes verdes que aun no podía entender, escondiéndome en las piernas de mi tía Alicia. La familia de mi mamá, los tanos cantantes y fanáticos de la opera. Todos músicos y borrachos. O en la casa de mi abuela Yaya con las peleas políticas, todo el cuadro completo del peronismo, desde la FAR hasta mi abuelita casi lopezreguista. Por allá y por acá, por todos lados palabras. Ellos hablaban y yo así, como quien no quiere la cosa, empecé a participar.
Mis padres son opinólogos. Es un hecho.
Y yo terminé amando la palabra por sobre todo lo demás.
Charlatana.
Es una descripción con acepción despectiva. Derivadora. Chanta. Mentirosa.
No es ese el camino más usual, aunque lo he recorrido también, en su máxima expresión mi particular hablarismo se transforma en una actitud "sincericida".
Torpe. Eso sí, poco hábil, porque el amor a la conversación que fluye va más rápido que mi mente.
Así es que lo que más deseo es aprender a callar. Callarse, guardar, retener, incomunicar. Ser receloso de lo propio. Todo eso me encanta. Me fascinan las personas misteriosas, escurridizas que dicen solo lo justo en el momento justo.
Yo sueño con ser así, algún día. Pero la adiposidad verbal se multiplica. En volutas, redondeces. Viene con aceto, con aceite de oliva, lo meto al horno y me lo como. Nada de ojeras violaceas y románticas pestañas.
Me vestí de negro con tachas un tiempo en la adolescencia, pero me parecía más a Pappo que a Winona.
¡Y cuanto quería ser Winona!. Vivir con Eduard Scisor'shands en la penumbra de El Extraño Mundo de Jack. Usar las carteritas de ETS y llorar siempre contra una ventana en la que se ve la luna.
Callarse.
Ser silenciosa.
Y pasó que luego del final -ya está, salió bien- el stress acumulado colapsó y a la noche comencé a sentirme rara. Los oídos, la garganta, la nariz.
La mañana siguiente el resfrío estaba desatado y yo decía "no me sienten la voz tomada". "No, para nada" dijeron madre y novio. Y qué pasó, yo seguí, como siempre, en mi canturreada constante habitual vida de palabras. Empezó el año en la Escuelita, empezó todo y más y más dolor en mi garganta.
Ahora sí la voz más tomada, se notaba, carraspera, tos.
El miércoles: afonía. Afonía grave.
Ayer: casi mudez. Y mucho dolor. Vino el médico y dijo que era stress y que tenía que hacer reposo vocal.
Aquí estoy, con otras palabras, muda de sonido.
Ahora siendo yo.
Con mis tres o cuatro añitos escuchando lo que decía mi tío Pupi, los chistes verdes que aun no podía entender, escondiéndome en las piernas de mi tía Alicia. La familia de mi mamá, los tanos cantantes y fanáticos de la opera. Todos músicos y borrachos. O en la casa de mi abuela Yaya con las peleas políticas, todo el cuadro completo del peronismo, desde la FAR hasta mi abuelita casi lopezreguista. Por allá y por acá, por todos lados palabras. Ellos hablaban y yo así, como quien no quiere la cosa, empecé a participar.
Mis padres son opinólogos. Es un hecho.
Y yo terminé amando la palabra por sobre todo lo demás.
Charlatana.
Es una descripción con acepción despectiva. Derivadora. Chanta. Mentirosa.
No es ese el camino más usual, aunque lo he recorrido también, en su máxima expresión mi particular hablarismo se transforma en una actitud "sincericida".
Torpe. Eso sí, poco hábil, porque el amor a la conversación que fluye va más rápido que mi mente.
Así es que lo que más deseo es aprender a callar. Callarse, guardar, retener, incomunicar. Ser receloso de lo propio. Todo eso me encanta. Me fascinan las personas misteriosas, escurridizas que dicen solo lo justo en el momento justo.
Yo sueño con ser así, algún día. Pero la adiposidad verbal se multiplica. En volutas, redondeces. Viene con aceto, con aceite de oliva, lo meto al horno y me lo como. Nada de ojeras violaceas y románticas pestañas.
Me vestí de negro con tachas un tiempo en la adolescencia, pero me parecía más a Pappo que a Winona.
¡Y cuanto quería ser Winona!. Vivir con Eduard Scisor'shands en la penumbra de El Extraño Mundo de Jack. Usar las carteritas de ETS y llorar siempre contra una ventana en la que se ve la luna.
Callarse.
Ser silenciosa.
Y pasó que luego del final -ya está, salió bien- el stress acumulado colapsó y a la noche comencé a sentirme rara. Los oídos, la garganta, la nariz.
La mañana siguiente el resfrío estaba desatado y yo decía "no me sienten la voz tomada". "No, para nada" dijeron madre y novio. Y qué pasó, yo seguí, como siempre, en mi canturreada constante habitual vida de palabras. Empezó el año en la Escuelita, empezó todo y más y más dolor en mi garganta.
Ahora sí la voz más tomada, se notaba, carraspera, tos.
El miércoles: afonía. Afonía grave.
Ayer: casi mudez. Y mucho dolor. Vino el médico y dijo que era stress y que tenía que hacer reposo vocal.
Aquí estoy, con otras palabras, muda de sonido.
Ahora siendo yo.
viernes, marzo 03, 2006
No me crean nada: al final fui
BONO is the new preacher...
y nosotros sus acólitos.
Igual: me gustó más Popmart por varias cosas. El escenario no se veía de ningún lado y la entrada fue carísima, las canciones del último disco no son muy pulenta y estoy un poco grande para las cuatro horas que estuve parada en el campo. De cualquier modo hay un momento en que transmuto en fan y me emocionó, piel de gallina, Bono te amo y siguen siendo mi banda favorita. ;)
Los mejores puntos del show: la versión de Miss Sarajevo, las lucecitas con los celulares /aunque tiene su lado patético, Sunday Bloody Sunday, la pantalla tremenda, que haya cantado otra vez ONE y por mi lado haber estado adelante la mitad del recital.
No hay caso, suspender la cabeza por un ratito transpirando como bestias en un recital es como leer ciencia ficción, uno de los pasatiempos que más disfruto sobre la tierra.
(¿Jugar al fútbol será algo parecido?)
El monstruo dijo...
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